martes, 26 de junio de 2007

Olivia



Qué lindo nombre, redondito, regordete, como vos.
Olivia, la beba. La chiquita de mi chiquito.

Ya pasaron más de dos años desde aquéllos revolucionados meses tan llenos de susto, de felicidad, de ansiedad y alegría, de misterio y miles de planteos. Más de dos años en los que hubo que acomodar historias y presencias. Y mirate ahora, enanita que usas bombachita y hacés pis en el ninodoro. Te vi crecer en la panza de tu mamá amorosa, que te cargaba con toda la naturalidad y la simpleza con la que lleva su panza una madre adolescente sin enrosques ni prejuicios. Eras una panza rosa y redondota. Una panza feliz y tranquila que fue haciéndose notar cada vez más hasta que un día decidiste hacer las cosas rápidas y sencillas. Y ahí te conocí, cuando tu papá, mi chiquito, se asomó con vos en brazos, hecha un repollito chillón con gorrita blanca. Y Juan, lleno de orgullo, cansado y tembloroso, hinchado de placer, y con los ojos rojos nos presentó a su hijita. Los pienso atravesando esos momentos tan intensos. Trato de imaginarme los pujos, las palabras, la transpiración, los miedos, el esfuerzo, el aliento. Dos chiquitos recibiendo la vida. Una vida. Muy de ellos. Trato de imaginármelo. Y no se porqué, no puedo.
Fuiste creciendo de a poco, rodeada de amor, acomodando la historia. Rodeada de tíos chiquitos, medianos, y adolescentes, que se disputan tu amor y tu presencia. Olivia con ocho abuelos, cuatro de verdad y cuatro casi como. Olivia con ocho bisabuelos que te aman a pesar de algunos prejuicios tempranos que se diluyeron porque no cabían.
En agosto cumpliste dos años y tuviste tu cumple de princesas. Ahora te disfrazás, usás tacos, y compartís los collares con tu mamá. Orgullosa. Te gusta hacer comidita y servirnos café, te gusta ver los babus en la tele y hacer fiaca. Me gusta tanto estar con vos, nenita linda. Nos reímos, te cuento cuentos, te invento canciones inapropiadas, juntamos hojitas de otoño y comemos helados de dulce de leche. Y me decís te quiero abuela, chiquita de mi chiquito. Ahora disfrutamos la playa juntas, con tiempo, con ganas, con risas, con siestas, con hambre, con paseos, con caracoles. Con olitas que se llaman igual que vos, con ruidos nuevos que asustan un poco, con pocos horarios, y con una bikini nueva, como la de mami. Olivia agrandadita y malcriada, graciosa y tierna, bebita tirana, enanita que pide explicaciones.

Olivia nació de papás chiquitos, De papás de 17 años, con todo lo que eso acarrea, con todo lo que tuve que escuchar. Que dejarlos seguir adelante era una locura, que se iban a arruinar la vida. Bienvenida la vida arruinada por este solcito tibio que nos regala su amor todos los días. Olivia ternura. Bienvenida a mi vida con esas manitos regordetas con oyuelos y esa risa que atraganta y nos tienta a todos. Y bienvenidos los desafíos de hacerse cargo de una vida, de apoyar, de ayudar, de dejarlos crecer solos, de verlos hacerse familia, de sentir que las cosas van bien.

Te quiero bebita.

2 comentarios:

Loli dijo...

lloro, Laura. lloro de no se qué.

de yo ser la chiquita de mi mamá que también tuvo a su chiquita. no sé de qué.

Peperina dijo...

Hermoso post y hermosa nieta.
Cada una de tus palabras me llegaron directo al alma.
Me ncantó...